Adicciones con y sin sustancia

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El fenómeno de adicción es bastante complejo y no puede explicarse sobre la base de causas únicas, considerándose como un fruto de la interacción conjunta de diferentes tipos de factores, variables o dimensiones de personalidad y variables sociales y contextuales familiares, escolares y grupales. En la última década han sido muchas las líneas de investigación dirigidas al estudio del fenómeno de adición tanto para sustancias, como comportamentales, intentando determinar factores que favorecen y/o se relacionan con este. Algunos estudios apuntan, por ejemplo, a la relación de adiciones con el funcionamiento ejecutivo rol de bases neurobiológicas en la adicción, contribución de la resiliencia a las conductas adictivas; relación entre las creencias asociadas al consumo y dependencia de sustancias, influencia de las actitudes favorables hacia el consumo en la generación de comportamiento adictivo; comorbilidad y patología dual en el consumo, influencia de cultura contemporánea en las adiciones no comportamentales; particularidades del consumo de drogas en adolescencia y edad joven, entre otros.

La adicción ha alcanzado los hogares y está creciendo el número de personas consumidoras y cada vez a edades más tempranas, por lo que se deben reforzar los mensajes y normas en contra de su consumo, preservando la salud y creando un entorno que apoye y facilite el abandono del consumo e influya en las actitudes y normativas referentes al uso de estas sustancias.

Las adicciones con y sin sustancia constituyen uno de los principales problemas de Salud Pública que afectan a los adolescentes españoles. A pesar de que los datos recogidos en la última Encuesta Estatal sobre uso de Drogas en Enseñanza Secundaria señalan una discreta disminución del consumo de algunas sustancias, los índices de consumo continúan situándose en cifras preocupantes. El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida. El Informe 2020 de la encuesta ESTUDES advierte de un estancamiento casi “endémico”, ya que en ningún momento de la serie histórica el consumo en los últimos 12 meses se ha situado por debajo del 72%. Persiste, además, un patrón de consumo intensivo o en forma de atracón (CIA), conocido en el ámbito anglosajón como Binge Drinking, que se caracteriza por la ingesta de elevadas cantidades en cortos periodos de tiempo y cuyos efectos en el organismo y, en particular, en un cerebro en pleno proceso de maduración pueden ser devastadores. A nivel comportamental se ha demostrado también que los adolescentes con CIA presentan una mayor probabilidad de iniciarse en el consumo de otras sustancias, con consumos de riesgo o incluso una posible dependencia en la edad adulta. En España, un 32,3% de los adolescentes señalan haber practicado Binge Drinking en los últimos 30 días y un 24,3% haberse emborrachado. Otro elemento que preocupa es la edad a la que comienzan a consumir alcohol que, según la última edición de la encuesta ESTUDES, se sitúa en los 14 años. No obstante, estudios como el de Rial sugieren que el hecho de ampliar el marco muestral a los 12-18 años deriva en un “ajuste a la baja” en dichas edades de inicio, lo que situaría la edad media a la que los adolescentes españoles comienzan a consumir alcohol en los 13,4 años. Una edad de inicio temprana, además de asociarse con una mayor probabilidad de desarrollar un consumo abusivo o un trastorno por consumo de alcohol, se asocia también con una mayor probabilidad de consumir otras sustancias, provocando serias consecuencias a nivel neurocognitivo y una peor calidad de vida. Por último, conviene destacar que el 52,3% de los adolescentes que a día de hoy consumen alcohol en nuestro país son mujeres, lo que supone una preocupación añadida, ya que las mujeres son más vulnerables a los daños producidos por el alcohol, por lo que no es de extrañar que la morbilidad atribuible haya aumentado de manera más pronunciada entre ellas en las últimas décadas. La segunda sustancia más consumida entre los estudiantes es el tabaco. La última edición de la encuesta ESTUDES sigue revelando todavía cifras preocupantes: el 41,3% de los estudiantes de 14 a 18 años han fumado tabaco alguna vez en su vida, el 35% en el último año y el 26,7% en los últimos 30 días. Aproximadamente un tercio de éstos lo han hecho a diario, un punto por encima del valor registrado en 2016. Por otra parte, un inicio temprano del tabaquismo se ha asociado con una mayor dependencia a la nicotina a largo plazo y una mayor dificultad para dejar de fumar, además de con múltiples alteraciones fisiopatológicas. Por su parte, el cannabis es la tercera droga que más consumen los adolescentes españoles. En la serie histórica de la encuesta ESTUDES, tanto el porcentaje de jóvenes que ha consumido esta sustancia alguna vez en los últimos 30 días, como el de aquellos que han realizado un consumo diario durante ese mismo periodo, sigue una tendencia ascendente desde el año 2014, situándose en 2018 en un 19,3% y un 2,3%, respectivamente. En 2018 empezaron a consumir cannabis 222.000 estudiantes, siendo por primera vez mayor la incidencia en chicas que en chicos (112.600 frente a 109.600). Preocupan también los patrones de consumo, entre los que destaca el uso popularizado de las cachimbas o la temprana edad de inicio, que se sitúa en los 14,9 años. Los expertos alertan no sólo de las consecuencias para la salud asociadas a un inicio precoz, sino también de su relación con el poli consumo y con diferentes conductas de riesgo.

Asimismo, en los últimos años se ha incrementado el consumo entre los adolescentes de otras sustancias como el éxtasis, las anfetaminas y la metildioximetanfetamina (MDMA), llegando, en el caso del éxtasis, a duplicarse en 2018 la tasa de consumidores respecto a 2014. A todo ello hay que añadir que el fenómeno de las adicciones ha ido adquiriendo una complejidad progresiva, debido al crecimiento de las denominadas “adicciones sin sustancia”, que engloban desde el “Uso Compulsivo o Uso Problemático de Internet y las Redes Sociales”, hasta la adicción a los videojuegos o al juego. En 2013 la American Psychiatric Association [APA], en la quinta versión de su manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales [DSM-V], dejó de considerarlas como un trastorno del control de impulsos para considerarlas como trastornos adictivos. En lo relativo al juego, pese a ser esta una actividad restringida a mayores de 18 años, los datos oficiales indican que un 10,3% de los menores han apostado online en el transcurso del último año y un 22,7% de manera presencial. Por otro lado, el uso de videojuegos se extiende al 96% de los adolescentes varones y al 69% de las mujeres, estimándose la prevalencia de un posible trastorno por uso de videojuegos en torno al 6,1%. Las consecuencias para la salud asociadas al uso de Internet vienen siendo, desde hace años, objeto de estudio a nivel mundial, advirtiéndose que un uso problemático se asocia con una mayor probabilidad de sufrir alteraciones de la salud mental y una menor calidad de vida.

La pornografía cumple los requisitos de las drogas adictivas: hay una recompensa inmediata –masturbación y orgasmo– y se puede repetir cuantas veces se quiera de manera fácil, privada y gratuita. Se comienza viendo escenas light, suficientes al principio para la estimulación y la liberación de dopamina. Con el tiempo, para que se produzca la excitación y se libere este neurotransmisor, se requiere cada vez un impacto más fuerte, un estímulo mayor, ver escenas más crudas. Además, se requiere mayor consumo. La exposición repetida a un mismo estímulo genera una tolerancia tal que obliga a dosis cada vez mayores para liberar la misma cantidad de placer, de forma que lo que comienza como entretenimiento deriva en hábito que lleva a la dependencia. En Pornified, Pamela Paul habla de una epidemia adictiva que está transformando nuestras vidas, nuestras relaciones y nuestras familias. El porno se consume a nivel mundial, aunque los diferentes países presentan sus propias peculiaridades nacionales y en España el crecimiento es sostenido y preocupante más notorio en Postpandemia del COVID 19. Desde el año 2014, cuando se registraron 18,35 billones de visitas, el crecimiento ha sido exponencial. En 2019 fueron 42 billones. Esta curva, que a Pornub no le interesa aplanar, se alza con fuerza en marzo de 2020. La verdadera recaudación de la industria del porno global permanece oculta, pero al parecer de Hilton Jr. y Watts supera los ingresos combinados de Microsoft, Google, Amazon, eBay, Yahoo, Apple y Netflix.

En el ámbito laboral las repercusiones y consecuencias del consumo nocivo de sustancias psicoactivas pueden ser muy serios. La OIT considera que las lesiones relacionadas con drogas y alcohol suponen entre un 15 y un 30 % del total de los accidentes relacionados con el trabajo. Es decir, alrededor de una cuarta parte del total de accidentes laborales ocurren en trabajadores/as que se encuentran bajo los efectos de alcohol y/o drogas, causando lesiones a sí mismos o a terceros. El ausentismo entre los trabajadores consumidores de drogas es alrededor de 2 veces mayor, y el costo de las bajas por enfermedad que generan asimismo es 3 veces superior respecto al resto de trabajadores/as. Las actuaciones de prevención en las empresas (públicas y privadas) deben ir enfocadas a todos los trabajadores y, en especial, a los grupos de mayor riesgo, para lo cual será necesario realizar un análisis previo de la situación de la problemática de las adicciones en nuestro país, para, después y en función de las opciones de actuación, analizar en lo posible la situación de la empresa donde se concreten políticas, programas y procedimientos específicos.

Sin duda alguna, el consumo nocivo de drogas compromete la salud y seguridad del trabajador que consume y de terceros, por lo que es indispensable que se aborde la intervención en el ámbito laboral.

Dice la OIT (Salud y Seguridad en el Trabajo “Anticiparse a las crisis, prepararse y responder, 2020) que la pandemia de COVID-19 ha tenido un profundo impacto en casi todos los aspectos del mundo del trabajo. En estos tiempos de crisis, los servicios de salud en el trabajo se han posicionado muy bien para responder a las amenazas para la salud en el lugar de trabajo, y son conscientes de los nuevos riesgos que puedan surgir tal como analiza la OMS para el final de la Pandemia y la Postpandemia respecto a la posible problemática en aumento de la Salud Mental y las Adicciones con impacto en las personas y también en los escenarios laborales y sociales. La presencia y el aumento del consumo de sustancias psicoactivas en la población laboral puede atentar contra la sustentabilidad de las organizaciones que generan el desarrollo. Esta realidad implica que las organizaciones laborales no solo deben ofrecer condiciones de seguridad e higiene y capacitación, sino también condiciones de salud laboral integral, que promuevan el bienestar psíquico y físico de sus trabajadores, en coherencia con el enfoque de salud social. La misión preventiva no debería implicar la detección del consumo, sino dirigir estrategias que tienda a fortalecer hábitos y estilos de vida saludables, que incorpore y/o fortalezcan prácticas de cuidado en detrimento de aquellas prácticas y lógicas de consumo que se juegan en nuestros espacios laborales; todo esto, al aprovechar los recursos humanos existentes en las organizaciones, que sirvan de referencia y liderazgo para los trabajadores y que puedan crear una red de contención, orientación e información tanto para ellos como para sus familias. La problemática del consumo de sustancias psicoactivas es un fenómeno multifactorial, que pone un desafío muy grande ya que traspasa fronteras reales y comunitarias constituyendo una realidad compleja que nos interpela, desafía y compromete como comunidad. Es dinámico y multicausal por lo cual, exige un abordaje integral y multidisciplinario.

A nivel mundial los trastornos mentales son uno de los principales motivos de dolor y sufrimiento que poco se tienen en cuenta y que interfieren en gran medida en la salud, en la educación y en las propias capacidades para lograr el desarrollo personal y el potencial de los niños, niñas y jóvenes.

En el informe- el análisis europeo de la publicación UNICEF 'Estado Mundial de la Infancia: En Mi Mente' se pueden ver las tendencias afectantes a los/as niños/as y jóvenes en Europa, al igual que el bienestar y la salud mental de los/as mismos/as. En dicho informe se muestran datos sobre la prevalencia de los problemas de salud mental en los y las jóvenes con edades comprendidas entre 10 y 19 años en Europa (16,3%) y la cifra mundial para el mismo grupo de edad (13,2%), es decir, 9 millones de adolescentes europeos/as de 10 a 19 años viven con un problema de salud mental, estableciéndose la ansiedad y la depresión como los trastornos constituyentes de más de la mitad de los casos. Además, también se expone que el 19% de los niños de entre 15 y 19 años en Europa padecen un problema de salud mental, siendo un 16% en el caso de las niñas. Por otra parte, en el rango de 10 a 14 años, el porcentaje de los niños es de un 15,6% y un 14,8% el de las niñas. Haciendo referencia a España, el 20,8% de los y las adolescentes de 10 a 19 años (el 21,4% de las niñas y el 20,4% de los niños) presentan algún tipo de problema de salud mental diagnosticado, situando al país como líder europeo con mayor prevalencia de problemas de salud mental en niñas, niños y adolescentes.

Si además nos situamos en la pandemia por COVID-19, podemos observar que los niños, niñas y adolescentes adquieren una posición aún mayor de vulnerabilidad, ya que, el constante desarrollo de sus estructuras y su personalidad agravan esta condición, sobre todo en el sistema nervioso, que aún no está completamente desarrollado. También, factores como el ambiente familiar, la pérdida de algún progenitor/a, las condiciones en el hogar, la situación socioeconómica y por supuesto, tener adquiridos recursos emocionales para afrontar la situación, cobran una especial relevancia en la vulnerabilidad de los y las más jóvenes.

Como dato, y en relación a esto, se realizó un estudio pionero dirigido a la población infantil en el que se concluía que el 89,0% de los niños y niñas presentaban alteraciones conductuales o emocionales debido al confinamiento. Además, en diversas investigaciones sobre las consecuencias psicológicas de la COVID-19 y el confinamiento, se ha observado un mayor porcentaje en los/as más jóvenes que presentaban malestar psicológico, aumento de la ansiedad, depresión, estrés, problemas de concentración e irritabilidad.

Toda esta situación de vulnerabilidad pone a los niños, niñas y jóvenes en un contexto de propensión a desarrollar un comportamiento adictivo, ya que, cuando sienten ansiedad o depresión pueden sentirse más “estables” emocionalmente si se evaden utilizando de forma abusiva los videojuegos, pantallas y redes sociales. Mediante esta evasión de la realidad y de su contexto, niños y niñas que tienen ansiedad social, pueden calmarla lo suficiente como para funcionar y encajar mejor dentro de su grupo de amigos y amigas y dado que todos/as lo hacen, no se considera algo estigmatizado.

AMEPRE tiene como objetivo el brindar a la población las herramientas necesarias para que evite y/o modifique los factores de riesgo y ofrecer estrategias de promoción de salud para mejorar su calidad de vida.

El modelo de AMEPRE hace hincapié en la transmisión y educación en valores, en la adquisición de hábitos saludables y en el proceso de la plena integración de los mismos, desde el hogar a la sociedad.

Ante esta realidad, desde el Equipo Sanitario y de Bienestar Social de AMEPRE, consideramos esencial atender las características personales, familiares y educativas de los/as niños y jóvenes, partiendo de su situación de vulnerabilidad, para abordar la prevención de este tipo de adicciones comportamentales, que están cobrando especial relevancia en los últimos años. Por ello, nuestro objetivo principal es prevenir y/o reducir la adicción a los videojuegos y el abuso de las pantallas y redes sociales en menores de 10 a 14 años con problemas de salud mental, como ansiedad y/o depresión, evitando que aumente la frecuencia/intensidad del mismo, a través del ámbito familiar y educativo. Consideramos que la familia es una unidad básica en la sociedad, por lo que una manera correcta de cambiar aquellos aspectos negativos o problemáticos sociales es trabajar desde el ámbito familiar, donde los niños y niñas comienzan a convivir, se dan los primeros aprendizajes, se establecen las primeras relaciones sociales, aprenden a comunicarse, a tener respeto hacia los y las demás, consiguen afecto y apoyo necesario para resolver conflictos y ganar autonomía. Es decir, es donde se conforman las condiciones necesarias para un desarrollo personal y social adecuado. Por otro lado, el ámbito educativo es uno de los puntos de encuentro más importantes para niños/as, adolescentes y jóvenes y también un punto de referencia para la comunidad, donde se establecen relaciones culturales y la producción colectiva de significados, con la sociedad y el mundo. En este ámbito construyen vínculos, conviven con los/as iguales y con adultos/as y generan lazos de pertenencia y de participación social a través de diversas prácticas. Por todo esto, es un lugar idóneo para trabajar en la prevención de las adicciones. Conseguir que la familia y el ámbito educativo tengan un papel preventivo y aprendan a relacionarse con las adicciones y otras realidades de una forma correcta no es tarea fácil, por lo que es necesario que padres, madres, profesores/as, orientadores/as y el equipo directivo del centro escolar mejoren su formación como agentes educativos y preventivos.

Consideramos también para fortalecer y mejorar en los cursos y talleres la influencia de las actitudes, creencias y valores que se manejan al respecto del consumo de sustancias y/o diferentes comportamientos adictivos; percepción de riesgo de consumo; manejo de estrategias de afrontamiento ineficaces, problemas a nivel de autoestima, autoconcepto y autocontrol, entre otros. Por otra parte, en el ámbito familiar se tratan factores como: el modo de enfrentar los problemas a nivel familiar, y dentro de estos, la falta de apoyo conjuntamente con las dificultades de comunicación intrafamiliar, las pautas de interacción familiar, como la comunicación deficiente, los frecuentes conflictos, la baja cohesión, el excesivo castigo o el consumo de los propios padres. La familia emerge como núcleo desencadenante de conductas de riesgo, si el adolescente la percibe como un ambiente hostil busca un grupo que le brinde seguridad, pero al carecer de una referencia fiable de sus propios atributos, presenta un proceso de desadaptación provocándole el rechazo de otros. Esto deriva en la exposición a factores de riesgo como el consumo de drogas, la promiscuidad y conductas violentas que tenemos detectadas y tratadas en los programas.

AMEPRE tiene como objetivo brindar a la población las herramientas necesarias para que evite y/o modifique los factores de riesgo y ofrecer estrategias de promoción de salud para mejorar su calidad de vida. El modelo hace hincapié en la transmisión y educación en valores, en la adquisición de hábitos saludables y en el proceso de la plena integración de los mismos, desde el hogar a la sociedad.

El objetivo es promover la educación y la promoción de la salud en la población, como clave de la prevención de actitudes, comportamientos y hábitos que lleven riesgos asociados a su bienestar físico, psíquico y social, actuando además como agente multiplicador, en su entorno más cercano.

Se desarrolla en 5 sesiones de 2 horas de duración, en el que se trabajarán los siguientes contenidos:

PREVENCIÓN DE ADICCIONES

  • Cómo afecta la adicción.
  • Por qué prevenir la adicción.
  • Cómo te ayudamos a prevenir la adicción.
  • Detectar primeros síntomas.
  • El proceso de la desintoxicación de la adicción.
  • El proceso de la deshabituación de la adicción.
  • El proceso de reinserción de pacientes con adicción.